El vidrio electrocrómico es
un vidrio que
pierde transparencia cuando se le aplica una corriente
eléctrica. Una lámina de este vidrio está constituida por dos capas
de vidrio en las dos caras exteriores y, entre ellas, por una serie de capas de
materiales transparentes que tienen la cualidad de hacer perder la transparencia de una de ellas al teñirse de un color
(generalmente azul y verde). Este fenómeno sucede cuando se le aplica una tensión
eléctrica, y cuando la corriente se invierte el proceso también lo
hace, recuperando así la transparencia. Es posible ajustar el grado de
oscuridad hasta el nivel deseado.
El
vidrio electrocrómico forma parte del grupo de los llamados “vidrios
inteligentes”, entre los que están el vidrio fotocrómico, que pierde
transparencia al incidir sobre él luz intensa, el termocrómico, que hace lo
propio con aumentos y disminuciones de la temperatura, el de partículas
suspendidas (SPD) y el de cristal líquido.
Los
usos que se le puede dar a este vidrio son múltiples. Comenzó usándose en los
espejos retrovisores de los coches ya que tienen la capacidad de evitar los
deslumbramientos de las luces de otros vehículos o del sol al mirar a través de
ellos. Otro uso que tiene es en el campo de la construcción, y más
concretamente en ventanas. Éstas tienen la capacidad de regular la cantidad de
luz y calor que llega al interior. De esta manera se evita poner persianas y se
reduce el gasto energético en aire acondicionado e iluminación. Se ha
demostrado que el uso de ventanas electrocrómicas en edificios comerciales
puede reducir los gastos en energía eléctrica entre un 20 y un 30%. Este vidrio
también tiene aplicaciones en gafas de sol, paneles informativos, indicadores
de temperatura y filtros ópticos, pero con estos usos no se comercializa
todavía.
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