Inmersas en la sociedad de la
información, las nuevas generaciones nacen con el ADN digital. Llegan al mundo
no con el clásico pan debajo del brazo, sino con una multipantalla. Son capaces
de usar las tabletas electrónicas antes incluso de aprender a andar. Para
muchos niños, estos pequeños aparatos se han convertido ya en su juguete
favorito. La tableta viene a ser como los Juegos Reunidos Geyper del siglo XXI.
Con una diferencia cuantitativa: mientras que los clásicos estuches de cartón o
de madera que causaron furor a mediados del siglo pasado contenían un máximo de
55 juegos, App Store tiene más de 105.000. Anclada en el imaginario colectivo
de padres y abuelos, la marca Geyper desapareció en 1987 como consecuencia de
una suspensión de pagos y con ella se esfumaron los legendarios pasatiempos de
mesa. Ahora empieza el reinado de los teléfonos avanzados y de las tabletas.
Otro
de los iconos de la infancia de millones de españoles, los míticos Cuadernos
Rubio (con el que las generaciones analógicas aprendieron buena letra) ha dado
el salto a las tabletas y a los teléfonos inteligentes. La Universidad
Pontificia de Salamanca ha creado una aplicación para que los niños aprendan a
leer y escribir, aunque sin lápiz ni papel.
Pero
el impacto del mundo online en los más pequeños desata controversias. Antón
Álvarez, profesor de la Universidad Complutense, afirma que los niños en general
son muy permeables y abiertos a la tecnología. Distinguen bastante bien los
soportes, pero para ellos la televisión o Internet son solo pantallas que solo
difieren en el nivel de interactividad.
“La
televisión es pasiva, mientras que con el iPhone pueden interactuar”, dice
Álvarez. La edad de iniciación para entender los contenidos de los medios
electrónicos está bajando. “Desde los dos años”, dice este experto, “ven la
tele. Forma parte de su escenario. Y los medios digitales los utilizan desde su
más tierna infancia”.
La
eclosión de la tecnológica es incuestionable y así lo reflejan las
estadísticas: en el mundo nacen cada día tres veces más smartphones que bebés.
El 25% de los niños de 8 a 12 años tiene móvil y prefiere de regalo navideño un
teléfono inteligente que un juguete más convencional.
Estos
aparatos son un instrumento habitual en uno de cada tres niños de más de 13
años. Todas estas estadísticas han sido desgranadas en la última edición de El Chupete, el festival internacional de
comunicación infantil que este año ha puesto sus ojos en la relación de los
menores con el entorno digital.
A
la hora de establecer la relación con los dispositivos móviles, los expertos
aseguran que hay que aplicar los mismos criterios que con la televisión:
encenderla a tiempo parcial, vigilar contenidos que ven los menores y evitar
que se convierta en una impagable y paciente canguro.
Yago
Fandiño, subdirector de contenidos infantiles de RTVE.es, distingue claramente
entre los medios audiovisuales y los digitales. “Internet tiene sus propias
reglas. No tiene franjas horarias, como ocurre en la televisión, para los
distintos rangos de edad”, dice.
La
televisión ha preservado un horario de protección infantil (entre las 6.00 y
las 22.00) en el que está prohibida la emisión de contenidos que puedan
perjudicar el desarrollo físico, moral o mental de los menores. Y aunque las
cadenas generalistas no siempre lo respetan, el Gobierno vigila para que no se
emitan imágenes violentas o pornográficas en esa horquilla de tiempo.
Los
que no pisan la línea son los canales infantiles como Clan
TV. También en su página web el cuidado es extremo. Fandiño sabe que
los niños son muy fieles (los datos indican que la edición online suma
1.900.000 usuarios únicos al mes, alrededor del 70% de los niños con acceso a
Internet). Y adelantados. A partir de los tres años, los niños ya navegan y hay
guarderías que tienen ordenadores con acceso a Internet. “Hay niños que con un
año manejan en las tabletas la aplicación de Clan”, asegura.
Para
los pequeños, estos son entornos muy naturales. Solo tienen que tocar con el
dedo. El directivo de RTVE.es ve en el canal infantil un claro ejemplo de la
convivencia entre los medios tradicionales y los táctiles. En 2009, la
televisión pública lanzó una web para concentrar los contenidos. Ahora alberga
106 series (49 de ellas en inglés) que suman 2.400 vídeos de libre acceso. Las
productoras, en un gesto poco frecuente, aceptaron ceder los derechos. “Los
contenidos ya estaban en YouTube, pero quisimos darle un sitio a padres e hijos
en el que se sintieran más tranquilos”, cuenta Fandiño. Por cuestiones de
derechos, estas series solo se pueden ver desde España.
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