En Utah se levanta un centro con capacidad para leer y
escuchar todo lo que pasa en el planeta.
Aparte de ser refugio de sectas de polígamos y un
territorio de bellos paisajes, Utah es uno de esos estados de EE. UU. en los
que no pasa casi nada.
Quizá por eso el Gobierno lo escogió como sede de uno de
los proyectos más ultrasecretos -y escalofriantes- en la historia reciente. En
el remoto poblado de Bluffdale, rodeado por un impenetrable desierto, la
Agencia Nacional de Seguridad (NAS) viene construyendo hace un par de años un
monumental centro que será capaz de almacenar, procesar, analizar y descifrar
todas las formas de comunicación de los habitantes, no solo de EE. UU. sino del
planeta.
Su nombre, que no dice mucho, es el Utah Data Center.
Pero en realidad es, según un extenso artículo que publicó la revista Wired, la
materialización del 'Gran Hermano'. Ese personaje ficticio que concibió el
escritor George Orwell en su Novela 1984, en la que un Estado posee la
capacidad de monitorear hasta el más mínimo paso que dan los habitantes del
país. O peor, pues el Centro tendría acceso a todas las comunicaciones que
navegan vía satélite, el ciberespacio y a través de cables submarinos, lo que implica
un alcance mundial.
"Surcando a través de sus servidores y enrutadores y
almacenado en una base de datos virtualmente ilimitada estarán los contenidos
completos de correos electrónicos privados, llamadas por celular, búsquedas por
Google, al igual que todo tipo de datos personales como recibos de parqueo,
itinerarios de viaje, facturas de compras y muchas cosas más", dice James
Bamford, autor de la historia y un experto en el tema que ya ha escrito varios
libros sobre los programas de espionaje del gobierno.
El centro, cuyo costo inicial rodea los 2.000 millones de
dólares, estará listo para septiembre del 2013 y será cinco veces más grande
que el Capitolio de EE. UU.
Es decir, ocupará casi un kilometro cuadrado, y estará
fortificado para repeler cualquier ataque terrorista y con un sistema de
energía y agua potable que le permite ser autosuficiente. En palabras del autor
del artículo, que consultó con fuentes cercanas al proyecto, el centro podrá
construir perfiles de las personas y establecer patrones documentando acciones
que involucren comunicaciones.
Desde transacciones bancarias hasta comentarios en las
redes sociales. En gran parte, semejante acceso ha sido posible gracias a la
participación de compañías de telecomunicaciones, que han aceptado ser parte
del programa, y a maniobras que el autor considera ilegales, como la
interceptación de cables submarinos o satélites.
Pero el Centro tiene un objetivo más ambicioso. "La
información que manejará, financiera, contratos, secretos militares y
diplomáticos, documentos legales y comunicaciones personales, está codificada.
El centro podrá quebrar esos códigos", dice el artículo.
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